En estos momentos 50 científicos del mundo entero se encuentran reunidos en algún punto de Londres considerando una propuesta que relegaría la hora GMT a parte de la historia. Más de 120 años siendo el estándar internacional para medir la hora a través de la rotación de la Tierra relegada a un segundo plano histórico por el recambio de relojes atómicos.
La reunión que ha comenzado hoy tiene las miras puestas en el próximo mes de enero del 2012, momento en el que la Unión Internacional de Telecomunicaciones se reunirá en Ginebra para votar la posible adopción de la nueva medida del tiempo.
La principal oposición llega por parte de los británicos, quienes de alguna forma ven en el cambio la pérdida de su “poder histórico”. GMT o Tiempo Medido de Greenwich se le llama al tiempo solar medio en el Observatorio Real de Greenwich (Londres), que por convención se encuentra a 0 grados de longitud.
En 1884 se convirtió en el estándar mundial del tiempo tras una conferencia en Washington. Esta medida fue durante muchísimos años la manera más precisa de medir, relojes que se basaban en el movimiento de la Tierra alrededor de su eje y el del Sol. Tomándola como base, toda relación con el tiempo partía de la misma idea.
Con el paso de los años y la necesidad de precisión en torno a actividades como la navegación o a la posición de los satélites artificiales se observó que la Tierra probablemente no era la forma más eficaz, no era el reloj perfecto (el giro no es constante, entre otras cosas debido a las mareas).
Fue a partir de la década de los 50 cuando el hombre comenzó a considerar el átomo como el reloj más preciso en la Tierra. El tiempo fue modificado entonces cambiando la definición basada en el movimiento de la Tierra a otra en la que el átomo de cesio era el protagonista. En 1972 se produjo el mayor cambio, ese año se adoptó como medida universal a la definición atómica del segundo, lo que hoy llamamos UTC o Tiempo Universal Coordinado. UTC hoy lo conforman alrededor de 400 relojes atómicos repartidos en laboratorios de todo el mundo.
El problema radica en la sincronía entre los dos tiempos. El giro de la Tierra es menos uniforme que el comportamiento de los relojes atómicos, por lo que para controlar la precisión entre ambos se admiten las dos medidas mientras no difieran en más de 0,9 segundos, en caso de que ocurriera, se añadiría o quitaría un segundo a los relojes atómicos.
Hoy el problema se ha amplificado debido a que los ajustes o variaciones que se realizan entre la velocidad de la Tierra y la velocidad atómica repercuten en los sistemas de GPS, los sistemas de posicionamiento global y en las propias redes de telefonía móvil. Así lo explica Elisa Arias, directora de tiempo en la Oficina Internacional y promotora del cambio:
Entendemos que en Gran Bretaña tengan una sensación de pérdida con GMT, pero actualmente es necesario que las redes estén sincronizadas al milisegundo. El problema en la sociedad moderna es que estamos empezando a tener definiciones y escalas de tiempo paralelas, imaginen un mundo donde hubieran hasta dos o tres definiciones del kilogramo, esto es algo parecido
Veremos en que quedan estos dos días de reunión, pero de dar el paso y responder afirmativamente este grupo de científicos, llegaría la propuesta a Ginebra en enero del 2012. De aprobarse ahí, ese segundo intercalado se suprimiría, dejando de lado por tanto la correlación con la hora GMT y pasando totalmente al tiempo atómico.
Si fuera el caso, el tiempo atómico se alejará poco a poco del tiempo solar a un ritmo de un minuto cada 60/90 años y de una hora en 600 años. El tiempo podría cambiar tras 120 años de historia bajo la GMT.
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